El Té Igualador

Ya sé que dicen que la ceremonia del té es patrimonio de la cultura japonesa…

Mi Sitio de Té Favorito. West Fort

Mi Sitio de Té Favorito. West Fort

Será verdad, pero como en casi todo, referirse a algo en términos de exclusividad suele ser un error y en este caso lo es.

Y es que en el sur de la India se realiza también un servicio absolutamente protocolario del té a la par que socializador, ya que es un producto barato que acompañado de las sabrosas “vatas” constituye uno de los tentempiés habituales de la población local cuando no el desayuno o la cena. Y esto incluye al brahmín y al policía, al empresario, al pedigüeño, a la señora y al conductor de rickshaw.

Cacharros para Leche y Agua Hirviendo

Cacharros para Leche y Agua Hirviendo

Todos, sin excepción, son iguales ante la ollas plateadas y las gotas de chai salpicando en el vaso al caer.

Lo primero es pedirlo: «Chaia» y tienes un té con leche, que no con especias pues no se estila en el sur el masala chai. «strong, medium o light» según lo quieras más o menos cargado, y como no lo digas, siempre con azúcar.

El agua hierve permanentemente en lo que parece  una suerte de olla a presión diseñada por un niño, con un pequeño grifo que vierte su contenido sobre un colador de calcetín con una bola de té al fondo que se va sustituyendo por nuevas hojas a cada rato.

Añadiendo el Té

Añadiendo el Té

Repiquetean las dos cucharadas de azúcar blanco en el fondo de un vaso metálico con asa, encima va la leche, que al baño maría: olla sin asas flotando en al agua hirviendo de otra olla sin asas, está siempre lista para su adición y sobre ésto escurren el té desde el calcetín en mayor o menor cantidad.

El oficiante toma entonces tu vaso, de cristal transparente, de los que en Madrid servirían para tirar una caña, y levantando mucho el vasito metálico en el que reposan los ingredientes, los deja caer al vacío para hábilmente atrapar el liquido escanciado en tu vaso. Este proceso se repite dos o tres veces hasta que te entregan el cubilete,

Mezclando

Mezclando

sabedores de que leche, infusión y partículas dulces se han transformado en una bebida diferente y exclusiva.

Todo esto, por tan solo 6 rupias, al igual que las “vatas”, que te envuelven en papel encerado para protegerlas y de periódico por fuera para que no pierdan calor ni se endurezcan si te las quieres llevar. Si las tomas allí, alargas la mano y con o sin servilleta, te sirves. La variedad es amplia, más o menos según el local, y lo mismo ocurre con la calidad, desde la masa hasta el aceite.

La mezcla de harina sazonada para el rebozado de pimientos verdes, largos y picantes, o de plátano verde de freír (absolutamente delicioso),

Vatas Recién Hechas

Vatas Recién Hechas

es distinta de la que mezclada con cebolla, hojas de curry, jengibre, guindilla y otras especias compone una especie de rosquillas, o lo que llamo galletas picantes. La masa en la mayoría de los casos está hecha con la molienda de una legumbre (dahl) que anda entre el garbanzo y el altramuz pero de menor tamaño, y que ponen a remojo allí mismo.

Estos puestos de te en los que apenas paras unos minutos, están en la calle y de cara a la calle congregando como digo a viandantes de toda casta y condición especialmente para desayunar y merendar. En mi humilde opinión no se puede marchar uno del sur de la India sin haber probado el contenido y observado el protocolo del pueblo, entre tostados chorros de infusión y leche rebotando y queriendo escapar del vaso.

Y por tercera vez, el enlace a las fotos de la comida en Kerala donde también están las de este curioso ceremonial,

Pescado / Fish

Los Cinco Sentidos y los Seis Sabores

La tradición ayurvédica, y no nos engañemos, no la sigue ni de lejos todo el mundo, mantiene infinidad de recomendaciones para el buen comer.

Sirviendo Sambar

Sirviendo Sambar

Cantidades, horarios, productos de temporada, combinación o no de alimentos, modos de cocinar o no los productos, adecuación al tipo de comensal, material de los recipientes en los que preparar o servir según que platos, o según a quién… como en casi todo tratado de procedencia hindú la clasificación tiende al infinito, tanto que seguramente es imposible seguir sus normas estrictamente.

Sin embargo, es asombrosamente sencillo encontrar en Trivandrum lugares económicos y fiables en los que se cumplen muchos de los requisitos básicos, al menos para la comida del mediodía.

Los locales suelen denominarse “Hotel”. La clientela se sienta allí donde hay una silla libre, y en la mayoría los precios están expuestos en la pared. Hay un lavabo para lavarse manos y boca al empezar y terminar, y una jarra con agua hervida y caliente y algunos vasos sobre la mesa. Los hoteles abren temprano, y permanecen abiertos todo el día aunque lo que se puede pedir varía según la franja horaria y no siempre lo advierten en sus cartas (si es que las tienen). En algunos también sirven zumos naturales y mayor variedad de platos.

Dosha y Poori, Dos Desayunos Típicos

Dosha y Poori, Dos Desayunos Típicos

Son muy baratos, y aún siendo su concepto de la limpieza más distante del occidental que el que tienen del pan, hay una gran diferencia entre unos y otros locales… cuestión de observar y decidir.

Para empezar está el desayuno tradicional: Hay toda una colección de panes para elegir (idli, dosa, chapatti…), aunque ninguno se parece en nada a lo que nosotros llamamos pan, y van acompañados de algunos platos típicos como el sambar, el chutney de coco, o el masala de patata.

A última hora de la tarde también es típico consumir estas variedades o acudir a los chiringuitos del té a los que sólo menciono porque merecen su propia entrada y la tendrán a continuación de ésta.

Desde las once y media o doce del mediodía hasta más o menos las tres se sirven platos a la carta, pero mayoritariamente “meals” como suele anunciar un cartel fuera en que se lee «meals ready»:

Bandeja de Meals

Bandeja de Meals

Al entrar, pagas (unas 50 rupias) y te dan un cupón. Lo entregas y te traen la bandeja carcelaria con sus huequecitos para cada cosa: El arroz que te sirven después, la pappada, y los platos o “side dishes”. A veces en unos cacharritos también te dan yogurt (curd) y “payasam” (un dulce típico). Lo tradicional, y en algunos sitios lo sirven así, es comer sobre una hoja de plátano, pero lo cotidiano se impone y la bandeja es más cómoda, aunque no cumple tan correctamente su función ayurvédicamente hablando. Si tomas algo más te hacen la nota y lo pagas después.

En la comida, se deben utilizar los cinco sentidos, y así están representados:

La vista: Los colores importan, y por ejemplo un exceso de “rojo” aceleraría innecesariamente el metabolismo. El fondo verde que enmarca la comida en su versión tradicional es un color pacífico que ayuda a comer con tranquilidad y sosiego. Sobre él, cada componente tendrá diferente color.

El olfato: La comida del sur de la India está repleta de especias que cumplen todo tipo de funciones, siendo una excitar los órganos encargados de percibir los aromas. Éste sentido además, se combina con el gusto.

Meal con Dalh sobre el Chamba

Meal con Dalh sobre el Chamba

 El oído: En la bandeja viene una Pappada o Pappadum, un pan redondo y crujiente hecho de harina de arroz que se debe romper antes de empezar anunciando con su crujido que comienza la ceremonia de comer. Mezclar sus trocitos con el arroz y las salsas ayuda, y mucho, a dar consistencia a los puñaditos y convertirlos en bocados en lugar de esparcir su contenido de vuelta a la bandeja

El tacto: Lo de comer con la mano no es para no fabricar cubiertos, sino porque tocar la comida es para los hindúes necesario para disfrutarla en toda su extensión, sentirla, mezclarla, darle la consistencia adecuada y  preparar al cuerpo para recibirla y asimilarla de la mejor manera.

Y por fin, el gusto: Es obvia su importancia, pero es que para respetar la tradición, los seis sabores que distingue deben estar representados en la comida: Dulce, salado, ácido, amargo, picante, y astringente. Por eso siempre hay un “pickle” o encurtido picante y ácido, un poquito de sal, el payasam que es dulce y el  “curd” que es ácido completando con el resto de los platos todos los sabores

 Te dan a elegir entre arroz blanco o integral, al que llaman “red rice” o chamba y te sirven un montón.

Luego vienen con su cacharrito de las salsas: Sambar, Daal y Pulissery, mi favorita, hecha de piña y yogurt.

Puedes repetir salsas, arroz o platillos laterales hasta reventar, y el arroz te dará esa sensación.

Arroces, Salsas y "Side Dishes" Listos para Servir

Arroces, Salsas y «Side Dishes» Listos para Servir

Todo se mezcla con los dedos, más o menos según el gusto de cada uno se coge un puñadito… y a la boca. Los sabores son sorprendentes e intensos. En cuatro meses no me he aburrido de esta dieta, y sin embargo la extrañé en 15 días en Sri Lanka… sé que será una de las cosas que más eche de menos tras mi partida.

El yogurt (curd) hay quien lo añade sobre las salsas. Personalmente como más me gusta es sólo con el arroz y un puñadito de sal… Si alguien me dice que eso es delicioso hace unos meses me habría reído en su cara, pero… lo es.

Y el payasam, cada día es un poquito diferente, según sea de pasta o legumbres y las especias que le añadan. La tradición ayurvédica recomienda tomar el dulce al principio de la comida aunque mucha gente lo toma al final a modo de postre, y otros tantos, entre los que ahora me cuento,  a sorbitos por el medio, contrastando el resto de los contundentes gustos.

Normalmente no se bebe durante las comidas sino antes o después, aunque no inmediatamente, y no se toma té o café como sobremesa sino entre horas.

 Cuando acabas, te levantas, te lavas la mano y la boca (o en mi caso, las manos… lo de lavarme una sola sigue siendo raro) y te vas, que para eso pagaste al entrar.

 Hay muchos locales no vegetarianos, en los que añaden un curry de pescado o de pollo. Los tres que recomiendo a continuación son vegetarianos, que es la comida que me apetece comer aquí. Y no he sufrido de ningún trastorno intestinal (que además podría ser por otras mil cosas)

 Practicamente a diario, como en el Brahmín’s Café, junto a un edificio del SP Fort Hospital y casi enfrente de otro, en el West Fort… si no andando, cualquier rickshaw sabe llegar al hospital, y es allí mismo. Sabroso, casero y limpio (limpio indio, se entiende)

Brahmin´s Cafe

Brahmin´s Cafe

Mi otro favorito, en el que me gusta particularmente el sambar (que no me convence en el resto de locales) es el Hotel Krishna, en MG Road justo enfrente del Ayurveda College, referencia estupenda para encontrarlo.

Un poco más caro, más bonito y con la carta más amplia de los tres, el Ariya Niwas Restaurant sirve unas meals enormes y sabrosas. Está en Manorama Road en Tamphanoor, calle que cruza MG Road y en la que se encuentran la estación de tren y una de las de autobuses, así que también es fácil de encontrar.

Saboreando estas opciones de bajo presupuesto os dejo con la impresión de haber contado muchísimas cosas y a la vez no haber hecho más que empezar. La comida india es todo un universo…

 El enlace a las fotos es el mismo que el de la comida y el té, pero por si acaso, aquí lo teneis:

Pescado / Fish

Kerala: Qué Comer y Qué Beber. Punto y Seguido

No sé por donde empezar… las diferencias a la hora de comer son tantas y tan variadas como lo es el repertorio de platos, golosinas, tentempiés o locales en los que hacerse con algo que llevarse a la boca y que convierten al sur de la India y en particular a Kerala y Trivandrum en destinos perfectos para deleitarse en sus tradiciones gastronómicas.

Por supuesto existen los restaurantes al estilo y gusto occidental con una amplia oferta de variedades de cocina india, fusión, china, o internacional, que significa occidental… con cierta presencia de las multinacionales de la “fast food” que anuncian orgullosas en sus carteles de bienvenida: “Nuestra comida contiene glutamato monosódico”, ahí queda eso.

Esta oferta aumenta y se diversifica al acercarse a la costa turística añadiendo marisco y pescado fresco como uno de sus reclamos, pero ya que no los he visitado apenas, no me detendré en este segmento.

Típico comida del mediodía

Típico comida del mediodía

Además, me parece mucho más interesante explorar y dar a conocer la comida tradicional de la India meridional a la que soy cada vez más devota aunque después de cuatro meses sigo sin saber lo que como la mitad de las veces… ni falta que me hace porque todo está buenísimo.

La gastronomía India es tan extensa y diversa que es absurdo intentar abarcarla incluso si me ciño a la sureña, así que me referiré sólo a lo que come la gente de la calle, como yo.

Como las distancias aquí son grandes, y más si las medimos en tiempo, son mayoría quienes comen fuera, bien llevándose la comida en unas fiambreras metálicas apilables la mar de graciosas, en los locales o incluso con el sistema de “take away” más cañí que os podais imaginar, embolsando el “sambar” (una especie de estofado o salsa vegetal que va con todo) en bolsa de plástico con nudo y envuelta en periódico para conservar el calor . En otro envuelto, el arroz o algunos panes.

Y como los “hotels” y los “tea stall” merecen sus propias entradas, vamos con otras curiosidades.

En cualquier calle hay tiendas en que se vende todo tipo de fritanga embolsada. Las hay básicamente de dos tipos: Picante y muy especiada, o dulce, muy, muy dulce.

Puesto de Frituras Fritangueras

Puesto de Frituras Fritangueras

No se cuentan entre mis favoritas ya que, cuando no están fritas en aceite de coco que impregna lo que toca de un aroma y sabor característico que me desagrada, directamente empachan. Muchas, además, añaden a su sabor en exceso grasiento el deje revenido del uso infinito, y es que hay sitios en que no cambiar jamás el aceite se convierte en marca de la casa.

Pero hay otros dulces que se dan un aire a nuestro turrón y que no están nada mal. Los más comunes son de cacahuete, “ground nut” como le llaman aquí, en una variedad muy pequeñita y sabrosa, o de sésamo, y de “jaggery” o panela, el primer derivado del azucar de caña sin refinar… Si se consiguen en versión casera es de lo más sano, siempre tomado con moderación, claro. Crujientes y dulces, pero no en exceso, son un tentempié agradable y energético.

Y todos estos productos se pueden conseguir no solo en las tiendas de fritanga, sino en las innumerables “stationery”, a las que sólo les falta servir tazas de vino Barrantes y vender chorizo de casa para ser tal cual las tiendecitas de aldea. En ellas, muchas veces, hay colgados delante tres o cuatro racimos de plátanos de distintas variedades.

Asando Maní

Asando Maní

Hay además puestos callejeros, fijos o móviles en donde comprar desde palomitas o cacahuetes recién tostados a una especie de pancakes de harina y huevo, fruta variada o té.

Se me quedarán atrás un montón de peculiaridades, pero hay dos que tengo que mencionar.

Una es el pan de molde, porque es tan fácil de encontrar… y un recurso tan socorrido para los occidentales que echamos tanto de menos el pan nuestro de cada día… ¡Ja! Hasta que le das el primer bocado y compruebas que es dulce, y mucho… y comienza la búsqueda… cuántas composiciones habré leído estos meses… y sólo en dos sitios lo he encontrado sin azúcar… (Los supermercados Nilgiri’s y The Bread Factory, una especie de delicatessen que pertenece a la caadena de restaurantes Azad. De ambos hay más de una tienda y una está en MG Road)

Alcohol: Única Fila India

Alcohol: Única Fila India

La otra es sobre la alineación.

Y es que en India, y eso que en Kerala no son campeones en esta disciplina, las colas se hacen para saltárselas, a codazos si hace falta.

Menos una… la de las escasas tiendas de licor. En Trivandrum no se sirven bebidas alcohólicas más que en contadísimos locales con licencia para ello, y ninguno barato, pero al caer la noche, puedes ver claramente dónde están las tiendas, no por su señalización, sino por las filas ordenadísimas de pacientes bebedores que no se empujan ni presionan… sorprendente. Ni en el templo son tan educados… debe ser que la ansiedad los paraliza.

 Y no tomando una copa me quedo, sino cocinando entradas, que con esta espero que os haya abierto el apetito lo bastante como para ir de comida. Si os ha entrado también sed, luego nos tomamos un té. Es lo que hay.

Aquí os dejo el enlace a las fotos…

Pescado / Fish

Varkala: La Roca, la Arena y el Mar

Varkala es una localidad costera de Kerala no muy grande al norte de Thiruvananthapuram a la que es fácil llegar en autobús, aunque tarda al menos hora y media, o en tren, desde media hora en adelante.

Varkala Beach

Varkala Beach

Pero no es el pueblo o la visita a su curioso templo lo que atrae masivamente a turistas extranjeros o incluso a los locales, sino las playas que tendidas a los pies de un escarpado acantilado, se extienden hacia el norte, ajenas sus blancas arenas y las olas azules que las golpean a todo lo que ocurre arriba, en el paseo del acantilado.

Y es que en la primera y mayor de las playas de Varkala conviven mundos complementarios e independientes… en su primer tramo, ocupado mayoritariamente por la población local, los bañistas se alternan con los creyentes que se acercan a los manantiales que nacen en la roca y se bañan en ellos ya que este agua se considera sagrada.

Más adelante. la palidez en la piel de los bañistas así como la escasez de tela en sus trajes de baño evidencian el cambio de público. Aunque hay tumbonas, y sobre todo sombrillas, la cantidad es significativamente menor que en Kovalam, y el perfil del visitante más heterodoxo: familias con niños pequeños, esqueléticos practicantes de yoga, hippies añejos; aunque en general, con escasa tendencia al sobrepeso y en bastante buena forma, probablemente porque las escaleras que a cada tramo comunican la arena con el paseo, allá en lo alto, no son aptas para todas las piernas.

Costa de Varkala Hacia el Norte

Costa de Varkala Hacia el Norte

A las siguientes playas, más pequeñas, se llega caminando por el acantilado. Son tranquilas y el entorno resulta mucho más natural, relajante y atractivo que el de Kovalam, y para gustos, más que el de la playa grande. Por si fuera poco, los pescadores faenan cantando y las águilas y las garzas te sobrevuelan con una familiaridad que impresiona y no quieres pestañear para fijar en la retina tanta belleza, y retener en la cámara cada detalle con la seguridad de que no has tenido que añadir nada, porque era perfecto.

El acantilado es otro mundo. Desde la arena no se aprecia porque se confunde con la vegetación y las pasarelas de madera, pero desde el comienzo del paseo, restaurantes, comercios de artesanía, ropa, sastres, resorts, hoteles, centros de belleza y masaje, ofertas de yoga, ayurveda o reiki se suceden no sólo en primera línea sino bastantes metros hacia el interior.

Despidiéndome del Sol en Varkala

Despidiéndome del Sol en Varkala

Los precios varían según la categoría de hoteles y restaurantes y dependiendo de la temporada. Como en Kovalam, todo es más caro que en la ciudad, pero el alojamiento cuando la afluencia baja y la competencia aumenta, puede llegar a ser bastante económico, desde unas 300 rupias, eso sí, sin lujos.

La vida nocturna, que la hay, aunque yo no la fui a buscar, se concentra en unos cuantos locales con música en directo. No hay toda una industria de la noche como en Goa, y es que aquí, la mayoría busca levantarse temprano para hacer yoga, recibir un tratamiento o simplemente ir a la playa.

La oferta gastronómica es amplia y normalmente, tirando a cara. Yo tuve suerte y comí muy bien y a precio razonable en el Hungry Eye.

Varkala es seguramente la mejor opción cerca de Trivandrum para pasar unos días en la playa para casi todos los gustos. La comodidad se combina con la belleza del lugar igual que la solidez ocre de la roca se funde con la mullida alfombra beige que la arena tiende hacia el océano.

La puesta de sol desde lo alto permite mirar al sol cara a cara, incluso por encima del hombro. Un sol, que como en las Rías Baixas, duerme cada noche en el mar, tiñendo el cielo de naranja y rosa cuando toca el agua.

 Unas fotos de Varkala,

Estanque del Templo / Temple Pond

Y un álbum sólo de pájaros… esa mañana mi cámara no pudo tener más suerte…

Garzas / Cranes

Kovalam y su Entorno: Benidorm en la India y Otras Opciones

Playa, paseo, tiendas y restaurantes en primera línea, hamacas, sombrillas, todo por y para el turista, para el turista… extranjero.

Esta playa del sur muy al sur de las Islas Británicas o puede que de Rusia acoge no solo a estas nacionales pero si en una aplastante mayoría en temporada alta. Puedes oír hablar sueco, alemán, francés inglés o ruso e incluso chino en cuestión de metros. Y como suele ocurrir en estos casos la playa no es gran cosa, y además tiene cierto peligro. Todos los años el mar se traga algún visitante que se fía de unas olas potentes y traidoras.

Kovalam, Playa del Faro . Hay gente, pero la tengo detrás.

Kovalam, Playa del Faro . Hay gente, pero la tengo detrás.

Aquí, acercarse a la playa después de las 10 de la mañana requiere mucho valor y poco cerebro. El sol es abrasador de una forma agresiva… en cuestión de minutos puedes tener quemaduras que a los dos días se manifiestan en forma de ampollas en la piel.

Los residentes locales, que no se terminan de acostumbrar a la presencia de “suecas” y no suecas enseñando tantas carnes, pasean y pasman embobados o hacen chistes entre ellos a prudente distancia (algo más de lo que alcanzaría una piedra lanzada certeramente) y se ríen como si tuvieran cinco años y alguien hubiera mencionado los cuartos traseros usando la palabra de cuatro letras.

Los más acostumbrados a tratar con las turistas, que a veces dominan varios idiomas, no pierden oportunidad de tener una conversación por muy absurda que pueda ser. Me pregunto si fantasean con la idea de la rendición romántica de la extranjera de turno como si fuera una cuestión estadística… van 782… ¡La próxima cae!.

Barca de Pesca. Kovalam

Barca de Pesca. Kovalam

Ofertan ropa, fruta, agua, te alquilan hamacas y sombrillas y te las instalan donde quieras, una y otra vez… y en comparación con la ciudad, es bastante caro. Un zumo puede costar desde tres veces más que en Trivandrum hasta… vete a saber. Y es que el turismo de esta ciudad costera con magnífico pescado pasa de una semana a un mes aquí pensando que todo es muy barato, en una burbuja en la que no dejan de medir el gasto por su moneda de origen.

Es además uno de los pocos lugares de Kerala donde es fácil conseguir alcohol (caro) y lícito consumirlo abiertamente.

Y no es que no se acerquen indios a estas playas. Muchos, y especialmente los domingos. Familias enteras se bañan y juegan con las olas. Ellas con la ropa que lleven, da igual, lentejuelas submarinas… ellos desde camiseta y dothi hasta minúsculos bañadores, todo vale. Lo que no hacen es tomar el sol.

Dicho todo esto, Kovalam tiene auténticos devotos que vuelven año tras año. Yo no le acabo de ver la gracia, como a Benidorm y en general al turismo playero y clásico residencial, pero existe alguna otra opción.

En Kovalam hay tres playas seguidas desde la parada del autobús: La negra, la del faro y Rockholm (el nombre de un hotel que hay encima). A la primera acude masivamente la población local.

La segunda es la del paseo, donde no dejarán de ofrecerte de todo ni por un instante.

Pescadores recogiendo las redes en Kovalam

Pescadores recogiendo las redes en Kovalam

En cualquiera de estas dos es más cómodo estar cuando baja la temporada del turismo extranjero a partir de marzo o abril.

Eso sí, si te acercas lo suficientemente temprano, en ellas podrás ver a los pescadores sacando las redes del agua a ritmo de canción, tirando de las cuerdas de las que cuelga la red… una forma de arrastre que pueden ejercer porque el agua está tan caliente que no importa meterse en ella para faenar.

Rockholm está más aislada pero al tiempo, vigilada desde el acceso privado del hotel, así que es segura y tranquila. Rodeada además de rocas y un pequeño acantilado no es fácil darse cuenta de que estás tan cerca de la civilización.

Rockholm Beach

Rockholm Beach

Por si fuera poco, solo una frutera y un encargado de las hamacas suelen andar por allí, y es raro encontrar más de 10 personas, así que impera la calma… menos en el mar, que es bravo y retorcido, pudiendo recibir una embestida de una ola desde la dirección más insospechada y cuando menos te lo esperas.

Se tardan unos quince minutos andando el camino desde Rockholm a la parada del autobús local (14 rupias sin AC y 26 con él) que en media hora escasa te lleva desde el East Fort. Y se hacen bien a la ida cuando el sol todavía no está alto, pero… ¡ay!a la vuelta.

Incluso puedes parar a comer algo en el Sunrise, cogiendo un callejón en el final del paseo de la playa del faro: Vegetariano muy lento pero casero y muy sabroso, es una de las mejores opciones calidad precio (aunque en comparación con la ciudad siga siendo caro). Más a la vista, en un primero, el Fusión es una solución más elegante y de mayor precio, pero no abusivo para lo que da.

Pulinkudi

Pulinkudi

Por el pescado, salvo que tiene muy buena pinta, no me pregunteis, que no está el presupuesto para bromas.

Y claro, también se puede uno quedar a dormir y aprovechar para contemplar la hermosa puesta de sol sobre el Mar de las Laquedivas.

Hay otras playas más bonitas y salvajes aunque algo más a desmano como Pulinkudi o Chowara un poco más adelante, a las que normalmente sólo van los turistas que se hospedan en los lujosísimos resorts adyacentes. En el entorno tanto de estas como de Kovalam, es fácil encontrar clínicas de tratamientos ayurvédicos que atraen también a su turismo específico.

Kovalam es una opción cómoda y tranquila con un gran rango de oferta hotelera para descansar unos días o para ir y venir desde Trivandrum, y que en mi opinión gana con la temporada baja aunque (o porque) parte de las tiendas y los locales estén cerrados.

El álbum:

Rockholm Beach

Festivales de Marzo

Caer en Kerala durante el mes de marzo (marzo-abril en realidad según su calendario) sin previo aviso es una vivencia desconcertante para el visitante occidental, como para mi lo fue aquí en Thiruvananthapuram. Si ya de diario nos resulta exótica la expresión de la religiosidad en la India, durante este mes, cada día puedes toparte con una estampa más sorprendente que la anterior.

Templo ataviado para el Aanayoottu

Templo ataviado para el Aanayoottu

Y como dan todo por supuesto, si preguntas lo que está pasando te dirán “festival, festival” y la primera vez, cuela, puede que incluso a la tercera… después te das cuenta de que es imposible que tengas tanta puntería de dar con todos los festivales, y sospechas que no trabajan porque están todo el día de juerga (y toda la noche) para finalmente descubrir que durante este mes hay toda una escalada de celebraciones religiosas por barrios, por templos, con procesiones, con bendiciones de puerta en puerta con elefantes, comida, flores pórticos hechos de troncos de banana con los racimos aún verdes que maduran día a día ante tus ojos, música, tambores, ornamentos, gente rezando, lámparas votivas, pujas, fuego sagrado, sándalo, jazmín, representaciones, procesiones, elefantes… y seguro que me estoy olvidando de cosas…

Y la progresión continúa para culminar en los días de luna llena.

Así, un día reparas en unos dibujos geométricos hechos con tiza en el suelo ante la entrada de cada casa. Por la noche, cuando buscas la tormenta, te das cuenta de que esta vez no son truenos y el cielo está estrellado, pero no libran los petardos y fuegos artificiales ni una sola noche, ciudad por ciudad, barrio por barrio, templo por templo.

Uno de los Pandavas ante Padmanabhawasmy

Uno de los Pandavas ante Padmanabhawasmy

Otro día, señores con lámparas de fuego tocando tambores raros siguen algo que parece un cisne de papel grande como una carroza.

Al siguiente, un templo está profusamente adornado y todo huele a flores por los pétalos que han arrojado hace sólo unos minutos.

Los elefantes circulan con relativa normalidad de camino a algún templo o ya ataviados, desfilando en procesión.

Cuando ya te han avisado de que dentro de un par de días es la luna llena y te puedes preparar porque ese festival es gordo, pasas por delante del Templo de Padmanabhaswamy y hay cuatro muñecos gigantescos con la mirada fija vestidos de rojo.

Preguntas. Responden: “Festival, festival”. Pero… ¿no era en un par de días?… “Otro, otro, mm, mm” y le dan a la cabeza con el consabido meneíto. Todo claro.

Aanayoottu

Aanayoottu

La víspera de la luna llena hay una calle cortada cerca del templo donde según me cuentan van a representar una escena de caza relacionada con alguna leyenda de la épica hindú. Debe ser digna de ver pero me pilla cansada para esperar y aún más para volver.

La progresión de celebraciones alcanza su cenit, llega la luna llena y cabalgatas y funciones se suceden en todas partes y a todas horas.

Llega el gran día y me van a llevar a la procesión que es por la tarde, pero casi a empujones me sacan de casa a eso de las once de la mañana:

“Elefantes, elefantes”… las trabajadoras de la clínica donde vivo estos días han descubierto que me gusta ver a los paquidermos y me llevan al Templo a ver cómo les dan de comer y los bendicen antes de que por la tarde salgan en procesión con el Rey de Kerala… pero todo esto lo descubro al llegar al Templo… yo solo las seguí.

Soldadesca Tradicional

Soldadesca Tradicional

Hay fotos, y muchas, del evento, el Aanayoottu, que es un lujo poder vivir a pesar del apelotonamiento. Absolútamente exótico e incomprensible a nuestros ojos, describirlo resulta más que difícil. Parece cualquier cosa menos espiritual, pero allí la gente reza mientras los elefantes comen.

Por la tarde, cerca del templo comienza la procesión con bandas de música soldados con lanzas, imágenes de dioses y los elefantes en sus mejores galas, y continuará durante unos cuantos kilómetros para rematar en una playa al norte.

Desafortunadamente, uno de los elefantes se enfadó por el camino y aplastó rickshaws y coches, y no me extraña, encadenados y con la gente achuchando todo el día… Tranquilos, yo me enteré por el periódico a la mañana siguiente.

Por la noche, convencida de que ya había asistido a la “Traca Final” de las fiestas, paso junto a las carrozas más divertidas que he visto en mi vida. Un señor gira sobre si mismo. No sé si se marea pero no se cae.

Cosa Brillante Propulsada por Señor Giratorio

Cosa Brillante Propulsada por Señor Giratorio

Sobre su cabeza, papeles plateados y de colores en una estructura ruedan con él y desprenden reflejos. Niños y jóvenes bailan alrededor. De una carroza sale un rugido… ¡No! Es una risa: “Mmmmuaaahahahaha” y un gigante alza los brazos  en el aire atrapando a los arqueros azules que le disparan.

Los ojos no me caben en la cara, la carroza es digna de un Parque de Atracciones en los años setenta y me oigo musitar encandilada… “Tenemos que llevar esta fiesta a España”

Los festivales de marzo, ahora sí,  se han acabado, y han superado todas mis expectativas. Sólo puedo recomendar a quien tenga oportunidad, que no se los pierda.

Mientras llega el año que viene, aquí teneis unas imágenes de los festivales de este año:

Pandavas: Painkuni Festival. Padmanabhaswamy Temple

Incredible India

Después de hoy, creo que entiendo a la perfección que las autoridades, con gran acierto a mi parecer, eligieran este nombre para la página web que promociona el turismo en el país.

Y es que para bien y para mal si hay algo que define a la India, es eso, que se mueve en los aledaños de lo mágico, lo que produce en el espectador desde fe ciega hasta incredulidad, desde la más ascética impasibilidad a la absoluta estupefacción. Todo es posible, y para muestra, mi día de hoy.

Un día cualquiera en principio, un buen día… Llegamos a tiempo a clase, tanto que me escabullí con Raquel fuera del recinto para que fumara a escondidas. Dos minutos después nos acompañaba Ramia, estudiante local, que sin perder en ningún momento la sonrisa nos aleccionó a ambas sobre nuestra esencia, lo cerca o lejos que estábamos de alcanzar la realización, como yo estaba perdida por no creer en dios y no dejar salir el amor que hay en mi corazón y Raquel polucionaba el aire, conductas que desde el gran amor que nos profesa, razón por la que nos escogió, va a encargarse de corregir.

Lo cierto es que consiguió que no sintiera nada de amor en ningún sitio en ese momento… aunque no albergo dudas sobre su magnífica intención. Eso sí, creo que hacía tiempo que nadie me hacía abrir tanto los ojos (físicamente, digo)

Así que el día se ponía rarito, y yo suspicaz, cuando me llama la jefa porque quiere hablar un momento conmigo en el despacho…

“Verás, sabes que os vamos a hacer un descuento. A ver si te pagamos la semana que viene” Me ha dicho 75 $… lo que no tengo claro es si para cada escote o a escote… Veremos.

“Pero… es que quería pedirte ayuda para una cosa” “Tú dirás”… “Pues es que como eres tan flexible y practicas tan bien, y estábamos pensando en hacer unas fotos promocionales para el centro, queríamos que posaras tú haciendo algunas ásanas” Y por segunda vez en el día hice un gran estiramiento en los músculos parpadiles. “Y claro, te pagaríamos algo”

Bueno… casi me deja sin palabras, y mira que es difícil. Concretaremos más adelante porque la idea es hacerlo finalizado el curso, pero… tras una semana, ¿se puede pedir más? Lo sabré cuando averigüe cuánto puedo pedir, y sobre tdo, cuánto me dan.

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Amigo Murciélago

Y no fue ésta la última sorpresa. Mis compañeros no dejaban de mirar al techo justo encima de mí mientras transcurrían las clases. Me llevó un rato pero lo encontré. El amigo murciélago nos acompañó durante toda la jornada al parecer. Veremos si le gustó el sitio y regresa mañana…

De vuelta en casa, los obreros habían tomado de nuevo por asalto nuestras escaleras, lo que demoró notablemente entre otras cosas la redacción de este post. Para compensar, me fui a cenar enfrente un riquísimo y nutritivo Ghee Dosa y un Chai Masala por nada más y nada menos que 35 rupias, ¿al cambio? 0,50 €… esto es una medida anti crisis, y no lo nuestro.

Me voy a dormir aún atónita por los altibajos de un día cualquiera, tropical, uno más con tormenta ruidosa y una hora después cielo despejado como si no hubiera llovido nunca. Eso sí, con un balance final positivo de nuevo para la mágica e increíble India…

Sí pero no y el «bien vale»

Nos recibieron dos mujeres, una mayor y otra más joven, con la que había tratado por correo. Desenmadejando malentendido tras malentendido en una conversación que parecía escrita por Groucho para uno de sus guiones radiofónicos, pudimos descubrir que en algún momento tenían que poner a dos chicos en habitación individual, quedando de pronto tres chicas donde teníamos que ser dos. Así que o alguna se iba o nos apañábamos.

Retomé mi argumento… “Nunca he dicho que me quiera ir, la casa está razonablemente limpia, los compañeros estarán allí y tengo wifi, pero lo mismo que sugeriste que pagara más si me mandabas a un alojamiento individual, si comparto con dos en lugar de con una persona, tendrás que hacer un descuento, no?”

Sorprendentemente entró al trapo a la primera y aceptó, afirmando que nos hablaría del importe al día siguiente. Dentro del absurdo y el sí pero no, con ellas parece que se puede, al menos, hablar.

Por la tarde conocimos a Lupe, mi compañera de cuarto, le expusimos la situación y procuramos adaptarnos. A ella le habían dicho que compartía, sí, habitación y baño, pero claro, el baño con la compañera de cuarto y no con una persona más.

He tenido mucha suerte con los compañeros y compañeras del curso, y más aún con las del espacio privado, la verdad, y está resultando una experiencia enriquecedora, interesante, y desafiantemente introspectiva.

A la mañana siguiente empezaba el curso y continuaban los despropósitos, resumo:

  • Nunca hubo agua caliente como le confirmaron a Lupe. Eso sí, cuando preguntó a Goandhie por el asunto, ya le informó de que el agua fría es mucho más sana y sólo la hay para la gente mayor. Nadie aquí la usa…
  • Cuando le pregunté por el papel del baño y la típica papelera de estos lugares, me dijo que “en India no se puede usar papel, hay que comportarse lo más posible como un indio, amando la naturaleza”… la excremental por lo visto es de amar mucho.

    Armazón de la esfinge

    Armazón de la esfinge

  • Como nuestro cuarto tampoco estaba del todo acabado, aunque nos insistieron en que no dejáramos nunca nuestras cosas sin vigilancia, han abierto la puerta día tras día y paseado por ahí a sus anchas todo cuanto obrero y contratista ha decidido venir a trabajar y/u observar la faraónica empresa. Lo que en principio no es un problema si nos avisan. Bueno, en realidad más bien, cada vez que nos avisan no vienen, cada vez que vienen no nos avisan… Por cierto, la esfinge no se ha acabado mientras escribo estas líneas, y no sabemos cuando ocurrirá.
  • A cuenta de esto, hemos entrado y salido de la habitación durante día y medio al menos a ritmo de limbo rock.
  • El niño con bigote encargado de la lavandería, según nos comunicaron, era la única persona que podía tocar la lavadora… tampoco sería un problema, salvo porque el muchacho por más que le insistas sólo pondrá, da igual los tejidos de que se trate, el programa de dos horas y media a 60 grados… yo tuve suerte, pero hay quien puede vestir a la Barbie con lo que hace unos días era su ropa de adulto.

    Aquí se aprecia como hay que entrar a golpe de limbo

    Aquí se aprecia como hay que entrar a golpe de limbo

  • Y nos entregaron las normas por escrito: Oggg… reproducirlas al completo me parece eterno e innecesario, pero por qué no compartir algún detalle…
    • Limpieza de habitaciones: Disponibles escoba y mopa. El pobre chaval encargado de mantenimiento me decía desesperado el otro día que si quería limpiar la habitación que le llamara, claro, ve su trabajo peligrar
    • Papel del water: Úsenlo con prudencia y moderación “si tienen que hacerlo”… parece que sólo yo tenía que probar el estilo local…
    • Y, claro, no se hacen responsable de extravíos o desapariciones porque todo tiene que ir cerrado con su cerrojo.
    • Y para rematar: “Tengamos una estancia exitosa y feliz durante esta curso. Mantente tranquilo, alegre y amigable”
      Vamos, que ni se te ocurra quejarte.

 Del descuento, sabemos el importe, pero nada más. De los obreros, que no iban a volver nunca más sin previo aviso, sólo sabemos que sí volvieron, y que volverán. Del agua caliente, sabemos que salvo que usemos la cocina va a ser que no (conste que a 30 grados, la temperatura del agua de la ducha es la del templado de allí). De la lavadora, que ya nos la dejan poner, lo que está bien, pero eso ha puesto melancólico al encargado, pobre. Y si dejas un cazo con comida enfriándose durante más de media hora puedes recibir una nota bajo la puerta sugiriendo que te has dejado los platos sin fregar.

 MORALEJA: El “sí pero no” y el “así bien vale” son de uso internacional, y tengo la absoluta certeza de que esto podía ser infinitamente peor y que sólo son esas cosillas made in India y aderezadas con el más que especial estilo americano de nuestro posadero que hacen las anécdotas más jugosas, y este blog algo menos aburrido de leer, o al menos, eso espero.

Uop Uop Uop Opa Goandhie Style

A la mañana siguiente y con mi buenrollismo yóguico y pijippie aún intacto descendí de las alturas no sin darme una ducha en mi baño, al que llamaremos adosado, ya que puerta con puerta con la habitación sí que estaba, pero dentro no.

Serían las nueve y media de la mañana, y ya hacía calor. Goandhie me explicó las normas de la residencia. No me extenderé en ellas pero alguna saldrá a relucir por el camino…

Pasé la mayor parte del día tratando de poner al día correos y papeleos, mientras saludaba una y otra vez a los tres o cuatro mucamos que sonrientes iban y venían en una aparente continua ocupación, aunque salvo uno de ellos, la verdad es que no me consta que hagan más que respirar, sonreír y saludar…

Una buena cena, algunos consejos de las compañeras del curso anterior a punto de marchar y una excursión a la playa de Kovalam parecían indicar que estaba en el paraíso o cerquita.

Nada más volver me cambiaba de habitación a la que iba a ser mi definitiva, en teoría, individual con baño compartido con mi compañera mexicana, pero no… la habitación también la voy a compartir con ella, y el baño con ella y con Raquel, recién llegada ya de Australia.

Así que me instalo aún sin entender muy bien y vuelvo a explicar, que no fue eso por lo que pagué y tampoco Raquel. Además tendremos que atravesar su cuarto cada vez que entramos o salimos… made in India.

Con el estómago lleno suele estar la que escribe más dispuesta para cualquier ocasión y ni así le acabé de ver la gracia a la cosa… tras ser advertida (regla nº 1) de no dejar abierta ninguna ventana, no sea que entren mosquitos, descubro que en mi nueva habitación tampoco están puestas todas las mosquiteras. Me he quedado, además huérfana de sábana y toalla, ya que tan amablemente me impidieron llevarme las que tenía en el ático, que no me pude negar, y claro, las nuevas que me iban a poner nunca aparecieron.

Afortunadamente todas las cosas en este palacio van despacio, y así pude recuperar las antiguas y dormir tapada al menos, ya que la mosquitera en mi nueva habitación si que no había donde sujetarla.

Y aún así mi ya un poco tocado barniz buenrollista, bajó a desayunar a la mañana siguiente. Me senté en el porche con Raquel y Goandhie y le volví a preguntar por la situación… creo que ha sido una de las conversaciones más surrealistas en las que he participado, y doy fe de que acumulo una cantidad considerable.

Algo de la gracia se va a perder al traducir pero… “yo no quiero verme involucrado en nada de esto, es el centro de yoga el que asigna las habitaciones” “yo no hago negocio con esto, es una residencia sin ánimo de lucro” “todo porque te pones paranoica con que pueda haber algún mosquito” “si le dices a la responsable que la habitación estaba sin terminar me voy a enfadar contigo y ¿no querrás eso?”

Contraataqué estupefacta con la estoicidad propia de mi nuevo estatus yóguico, a estas alturas exento de buenrollismo alguno: “No puedo creer que me acabes de llamar paranoica” (aquí hasta me reí) “Mira, yo lo único que digo es que pagué por algo y tengo por escrito las condiciones, y si no es contigo con quien tengo que hablar, llama a la responsable para que pueda hablar con ella y aclararlo”

Y claro, la tuvo que llamar… y me la puso al teléfono… y le expliqué, y le devolví el teléfono… y con él se marchó, para regresar unos minutos después y tendérmelo con expresión de suficiencia. “¿Teresa?” “¿Sí?” “Bueno, dice Goandhie que no estás a gusto en la residencia y te quieres ir. Podemos buscarte otro alojamiento pero tienes que pagarnos la diferencia”… “Mm, verás, es que yo no he dicho es nunca, lo único que quiero es hablar contigo en persona para aclarar las cosas. El inglés no es mi primer idioma, como sabes”. “Ya, claro, no hay problema, te mando un taxi”

Así que las frases de Goandhie de “aquí lo que importa es el yoga, y el yoga es relax” “hay gente que trae una idea equivocada sobre lo que es la India” o “aquí tenemos estándares, no somos como un hostal indio…” empezaron a casar, y a dar miedito, pero a saltos y a trompicones, uop, uop, uop

Y nos mandaron un coche y allá nos fuimos Raquel y yo a ver si nos enterábamos de  algo…

Born in the USA but made in India

Hay que ver las cosas que le pasan a una por el mundo adelante, y es que una vez que llegas a la India puedes contar con que lo inesperado y lo absurdo sea lo que ocurra, y he de añadir, que tanto para bien como para mal.

Para empezar mi relato, que os prometo que no es de ficción lo voy a hacer disculpándome: Por un lado, porque estoy segura de que alguna maldad se me va a escapar… vamos, que voy a ser política y apolíticamente incorrecta en más de una ocasión, pero todo será en aras del humor, que siempre ha usado la diferencia como recurso para arrancar una sonrisa. No hacerlo así en un país como India sólo puede tener un par de explicaciones: Que naciste aquí, o que estás continuamente frustrado y preguntándote por qué no pasa un solo día sin que te preguntes si sigues en el planeta Tierra…

Por otro porque para empezar de una vez, me voy a saltar la línea temporal. Ya volveré sobre Beirut y Estambul, llenas de detalles y anécdotas, como no, pero las tropicales parecen amontonarse de tal modo y con tal intensidad que me obligan a comenzar así, en fila “india”, o sea, por la mitad y a empujones.

Eran pasadas las tres de la mañana, hora local, cuando aterricé en el aeropuerto de Thiruvananthapuram. Como no me venían a buscar hasta las cuatro y aún tenía que recoger el equipaje, no me apuré, y claro… me encontré con colas infinitas en el control de pasaportes. Casi una hora después estaba recogiendo mi equipaje y comprando algunas rupias.

Me detengo en una serendipia de esas que te pasan al viajar, y más en lugares como éste: Una pareja europea con una niña de unos cuatro años, me abordó amablemente para preguntarme si tenía donde dormir puesto que ellos no habían encontrado ningún sitio. Les dije que preguntaría cuando me vinieran a buscar, y al comenzar a hablar me cuentan que son de Estambul y que tienen un hostal bueno y más barato que donde me quedé estos días (que es otra historia, y será contada en otra ocasión)… en fin, que como no les conseguí un lugar, no sé dónde durmieron esa noche pero yo tengo un nuevo sitio en el que dormir cuando vuelva a Estambul… obtenido en Trivandrum.

la parte medio normal de mi habitación

la parte medio normal de mi habitación

En fin, que saliendo del aeropuerto y buscando un cartel con mi nombre, lo encuentro entre las manos de un sonriente niño con bigote… y es que los chavalitos en sus veinte, aquí, parecen niños de trece con mostacho…, tanto que hasta me daba reparo que me ayudara con el equipaje.

El cochecito en el que me llevó, se detuvo en un callejón sin asfaltar, frente a lo que parecía una obra en una fábrica abandonada… tuve que preguntarle si de verdad habíamos llegado, y sin más luz que la del reflejo de su blanca dentadura (aún no sé si cortés o choteándose de mí) anduvimos unos cuantos metros con perro ladrador y esquina oscura incluida hasta la Goandhie Study Circle Homestay.

Goandhie, el propietario, se me presentó brevemente. Calvo, grande, blanquísimo y dejados atrás los sesenta hace tiempo, me indicó que subiera a mi habitación temporal de la que me mudaría en unos días.

...la otra

…la otra

La habitación estaba en obras y sin cristales ni mosquitera en las ventanas. Gracias a Uxía que me dejó la suya solucioné el problema durante los primeros dos días, ya que con todos los hospedados durmiendo y dado que quería descansar algo, me pareció bastante más fácil que intentar comprender algo en aquel momento… pero sí que hubo una cosa que me quedó bastante clara: Había llegado a la India.

Unos días después y con muchos despropósitos entremedias, Goandhie se regodeaba relatando cómo sorteaba (o al menos suavizaba) las dificultades en su entendimiento con los indios tarareando una cancioncilla irritante que repetía a imitación de los mantras “Made in India, made in India, made in India”

No lo sabía aún entonces, pero tardé poco en descubrir que iba a ser verdad aquello de que no es uno de donde nace sino de donde pace… y si bien mi casero había nacido en los Estados Unidos, era más que digno de aplicarle su canción…